Pasamos unos días estupendos y de descanso en este pequeño hotel a las afueras de Nimes.
La habitación era grande aunque un poco oscura ya que las cortinas son opacas porque dan directamente al jardín y piscina y al ser una planta se vería el interior de la misma.
Su servicio de restaurante es muy bueno, con una atención muy especial (tuvieron varios detalles con nosotros tanto el chico como la chica de 10) pudimos disfrutar de una maravillosa cena el sábado, lo intentamos el domingo pero no sirven cenas, fue una pena porque es lo mejor del hotel: su restaurante.
Su piscina está bastante bien y el lugar es tranquilo.
Para marchar revisamos la cuenta y nos cobraron los desayunos de todos los días y otras consumiciones que no habíamos tomado pero lo solucionaron (hay que mirar siempre las cuentas..)